De gatos, niñas y presidentes de bancos centrales
En Alicia en el País de las Maravillas, el cuento de Lewis Carroll...
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Matko Koljatic
En Alicia en el País de las Maravillas, el cuento de Lewis Carroll, hay una parte que tiene una aplicación directa a la teoría de toma de decisiones, que ilustra que la esencia de la estrategia es elegir qué meta u objetivo alcanzar. Se trata de cuando Alicia se encuentra en una bifurcación de un camino con el Gato y le pregunta: “¿Podría decirme, por favor, qué camino he de seguir desde aquí?”. El Gato le contesta: “Eso depende principalmente de adonde quiera ir”.
Como en la situación que vivía Alicia, en que el Gato la impulsa a elegir, es habitual que a las organizaciones, sean ellas estatales o empresas privadas, se les presenten dos o más caminos. Por mucho que se quiera evitar, al final del día tomar decisiones estratégicas implica elegir un camino y desechar otro, y eso tendrá que hacerse en función de los objetivos que se quiera alcanzar.
En el QE 3, como ha sido denominado por los medios, tenemos una ilustración de la aplicación del dicho del Gato a Alicia. Hay que recordar que en la misión de la Reserva Federal, tal como aparece en su página web, está estipulado que debe preocuparse de buscar que se alcance “el pleno empleo, la estabilidad de precios y tasas de interés de largo plazo moderadas”. Esta frase, que parece inocua, trae consigo un germen de dificultades, ya que cuando hay multiplicidad de objetivos contrapuestos, habrá que sacrificar uno para privilegiar otro. La interpretación general es que en el QE 3 se está privilegiando el aumento del empleo sobre la contención de la inflación.
Cuando se desató la Gran Recesión de fines de la década pasada, cuyos efectos aún perduran, las medidas que se tomaron por parte de la Reserva Federal eran a mi entender razonables; había que rescatar a empresas financieras e industriales para evitar el colapso de la economía norteamericana. Bernanke sabía esto bien, siendo un experto en crisis financieras y se la jugó por la reactivación, suponiendo un bajo riesgo de inflación dada la situación recesiva. Durante los últimos tres años, Bernanke ha persistido y profundizado por este camino de meterle liquidez a la economía norteamericana, habiendo ya comprado cerca de US$ 2,3 trillones en deuda gubernamental desde 2008. Ahora, lo está volviendo a hacer, al anunciar que se imprimirá dinero hasta que la economía norteamericana agarre vuelo y baje el desempleo, al ritmo de unos
US$ 40 mil millones mensuales. Se ha llegado a ello porque la situación de estancamiento y desempleo en EEUU es políticamente insostenible, particularmente en un año de elecciones. Los mercados tomaron positivamente los anuncios, pero la mayoría de los analistas estiman que escenarios de más inflación y mayores precios de activos se hacen más probables. Hace algo así como un año conté, en esta misma columna, una anécdota con un taxista en Miami, que para enfatizar la desvalorización del dólar, me comentoó que con US$ 1 apenas alcanzaba para comprar un chicle. Pues bien, pareciera que después del QE 3, ni para eso va a alcanzar.
Entre los tres objetivos de la misión que antes destacábamos, Bernanke ha elegido sacrificar la meta de inflación para mejorar la situación del empleo. Por lo mismo, pienso que en términos nominales los activos se seguirán “inflando” y no sería raro ver que el “rally” de las acciones norteamericanas siga. Está por verse, sin embargo, si esa mayor inflación vendrá acompañada por una reactivación del crecimiento. Pienso que difícilmente ello ocurrirá.
La pregunta que surge es qué repercusiones puede tener esta decisión del banco central norteamericano en nuestro país. Ya estamos enfrentando un dólar “barato” y como veíamos hay una opinión generalizada que lo que cabe esperar es aún una mayor depreciación de la moneda norteamericana. En mi opinión, y sin ser un especialista en la materia, no hay mucho que nuestro banco central pueda hacer al respecto. La caída en el valor del dólar es algo buscado por las autoridades norteamericanas y, a mi modo de ver, irreversible. De modo que habiendo Bernanke elegido un camino, no queda mucho más que aceptar las consecuencias de su decisión.